Ese pedacito del taller de Villa Elisa era de viqui. Tiene ese aire eterno que quizás sea por la madera o por la despintada despareja de la puerta, o quién sabe. Tanto la pinotea como las aberturas nos las regaló la tatá, tía de viqui de su casa en el barrio de San Cristobal en Buenos Aires.
Vicky, Fer, el lugar es precioso y el proyecto fantástico, los felicito!!
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