Los trabajos que hoy presentamos dan cuenta de nuestros primeros pasos en una forma de hacer cerámica que pensamos, tiene una fuerte ligazón con lo que creemos es “el oficio”. Vale decir trabajar decidiendo el lugar donde sacar arcilla, el tipo de ceniza que usamos para componer nuestros esmaltes, el sitio que ocuparán las piezas en el horno, entre otros. Siguiendo esta línea de acción, cada pieza es testigo de nuestras reflexiones: aciertos (esperados e inesperados) y desaciertos.
Así, nuestro trabajo es producto de un diálogo con el material y con nosotros mismos. Nos atrae la experiencia del espacio en la rueda y nos deslumbran las posibilidades inagotables del barro. La espera y alegría por la quema se sintetizan en el momento de fuego cuando el proceso creador se condensa. El fuego se mezcla con el tiempo. Por suerte y por desgracia ambos siempre se nos escurren. Ese es nuestro eje en torno al cual giramos y damos vueltas.
Victoria y Fernando.
Rosario. Junio de 2011
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